Hay
un parque allá en mi tierra
que
la Ciudadela llaman,
donde
crecen las palmeras
y
donde los pájaros cantan.
En
uno de sus paseos
y
en memoria de unos hombres
que
en Barcelona nacieron
y
en los campos de exterminio
su
vida un día dejaron,
hay
un círculo inclinado
que
siempre mira hacia el cielo
y
a ellos está dedicado,
a
sus pies, miles de flores
en
su recuerdo han plantado.
Cuando
pases por allí
no
te olvides de mirarlo,
dedícales…
un minuto,
no
cuesta ningún trabajo.
Dicen
que no se muere
hasta
que estás olvidado.
Así,
entre palmeras y flores
el
gorjeo de los pájaros
y
el pensamiento de alguien
que
por allí va pasando,
aquellos
barceloneses
vivirán
aún muchos años.
Ángela
Bueso
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