2.5.16

EL HILO DE MI COMETA






23 de mayo, 11:11 de la mañana, Turo Park.
Estoy sentada en un banco de madera bajo este tejado de cañas y barro. 
Mientras llegas, delicadamente hojeo tus poemas de amor,
cautivos de la Osa Menor;
yo los libero y los lanzo al viento.

Homero me escucha pacientemente
mientras Thomas Hardy me mira, pero juguetón corre 
tras una chica de ojos azules.
Juntos paseamos tú y yo leyendo poemas alderedor del lago.
De fondo suenan viejas melodías de Pau Casals
y las magnolias del parque nos deleitan con su aroma.

Tendremos que tomar ese café, me dijiste. Será un placer.

Ese día supe que solo por vivir ese momento
ya valió la pena ser barro, para que tú,
"mi" maestro de cálculo de estructuras,
moldeases con tus manos este tejado del Turó Park
que cobijó delicadamente nuestro sueño eterno.
Refugiados en él, recalculamos nuestro origen primigenio
sabiendo que yo no construiré más sueños imposibles
y tú quizás derribarás con pasión ese "No te merezco"

Tomaremos ese café el día 2 de junio a las once. 
Te contesté: será un placer.

Fue en ese preciso momento cuando cocí a alta temperatura
el primer azulejo de la cripta de nuestra próxima casa.

Ese día, como todos los días de mi vida,
fuiste mi amor fiel, solitario, agradecido y nada brusco.
Tú, mi arquitecto y también mi alfarero,
el que moldeó mi estructura
hecha de cañas, de barro y de hierro.
Hace mucho viento, padre, suelta el hilo de mi cometa, 
volemos juntos donde no existe espacio ni tiempo.
Y en esta taza de café hoy seré tu brillante espejo
y tu bello recuerdo.
Yo, la hija que te esperaba;
ella, nuestro ángel del tiempo.

Ese día tú y yo nacimos a la verdadera poesía.

Rosa Maria
Del nuevo libro "Palabras de Estrellas Eternas"



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