14.4.18

DESESPERACIÓN





Te fuiste aquella tarde
sobre rayos de tormenta,
sin dejarle ni un adiós,
ni un lamento, ni una queja.
 Solo pusiste en tus ojos
una oscuridad eterna,
y en el jardín de tu rostro
solo quedó la azucena.

 Azucenas tus mejillas
que antes fueran rosas frescas,
y en tus labios de silencio,
solo sombras de violetas.
 Te fuiste aquella tarde
y él, se quedó entre tinieblas;
la luz que alumbró sus pasos
          se apagó la tarde aquella.

 Ahora camina sin rumbo
con la mirada desierta,
sus pasos llenos de sombra
inseguros titubean.
 A veces huye del alba,
en primavera navega,
en los valles de tu cuerpo
eran las flores más bellas.

 Lo dejaste aquella tarde
ya la noche casi abierta,
y el se fue a la soledad
herido por la tristeza.
 Desde allí busca un ocaso
que le quite esa condena
de tener el corazón
casi muerto por tu ausencia.

 Un ocaso definido
con un rayo que le entienda,
y le arranque de su cuerpo
el alma que sangra y pena.
 Lo abandonaste una tarde
 para huir a las estrellas
y hoy busca sobre un ocaso
el camino de tus huellas.

                                                        Nicanor López

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