Te fuiste aquella tardesobre rayos de tormenta,sin dejarle ni un adiós,ni un lamento, ni una queja.Solo pusiste en tus ojosuna oscuridad eterna,y en el jardín de tu rostrosolo quedó la azucena.
Azucenas tus mejillasque antes fueran rosas frescas,y en tus labios de silencio,solo sombras de violetas.Te fuiste aquella tardey él, se quedó entre tinieblas;la luz que alumbró sus pasosse apagó la tarde aquella.
Ahora camina sin rumbocon la mirada desierta,sus pasos llenos de sombrainseguros titubean.A veces huye del alba,en primavera navega,en los valles de tu cuerpoeran las flores más bellas.
Lo dejaste aquella tardeya la noche casi abierta,y el se fue a la soledadherido por la tristeza.Desde allí busca un ocasoque le quite esa condenade tener el corazóncasi muerto por tu ausencia.
Nicanor LópezUn ocaso definidocon un rayo que le entienda,y le arranque de su cuerpoel alma que sangra y pena.Lo abandonaste una tardepara huir a las estrellasy hoy busca sobre un ocasoel camino de tus huellas.
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