Guiña el lucero a la luna
para expresarle su amor.
Ella lo sabe y oculta,
tras las nubes, su rubor.
Cálidas noches de estío
señorean su esplendor.
Cual joyas del alto cielo
resplandecen con fulgor.
En noches de mucho frío,
juntos, se abrazan los dos.
Y recuerdan el estío
cuando se ocultaba el sol.
Presto amanece el rocío
engarzado en una flor.
Es como el fruto nacido
en la tierra del amor.
Joan Linares
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