No
a los que sueñan conquistar una frontera
vistiendo
capa de corderos salvadores,
pero
ocultando en su interior la calavera,
escudo
propio de piratas invasores.
No
a los que en nombre de algún dios ofrecen gloria,
a
los que siembran con su muerte tanto horror y llanto,
a
esos que asientan su poder en su memoria
y
viven del terror y del quebranto.
No
a los que en nombre de la paz son justicieros
y
mandan a la muerte a dar sentencia,
sabiendo
que entre lobos y corderos
la
muerte no distingue la inocencia.
No
a los que mueven marionetas entre el fuego
sabiendo
incluso que caeran en la función,
pero
que alargan bien las cuerdas en el juego
para
evitar que les salpique el corazón.
No
a los que meten la muerte en su bodega
y
multiplican su poder en el lagar,
con
la intención de descorchar en la refriega,
darle
a la vida, y que pare en su vagar.
No
a ese valiente dictador, lobo asesino
que
se alimenta con corderos del corral,
no
al justiciero que lo arranca del camino
pasando
a fuego la inocencia del lechal.
No
a los que quieren apagar fuego con fuego
y
con cadenas liberar la libertad,
y
mueven guerra como ficha de gran juego
donde
la muerte juega en nombre de la paz.
No
a los que piensan que la vida es sólo un juego
para
humillar y torturar a los demás,
no
a los que ponen en la vida un hasta luego
donde
debiera de poner un "nunca más".
Nicanor López
Nicanor López
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