Silencio viento de Oriente
que tengo el alma dormida
la tengo tan mal herida
que temo que se despierte;
silencio viento de muerte
no más ecos de agonía,
que tengo el alma dormida,
silencio, no se despierte.
Esas armas que convierten
la tierra en sangre y fuego,
silencio, por Dios os ruego
que enmudezcais para siempre,
que mi alma se resiente,
que se abren más sus heridas,
silencio, que está dormida,
silencio, no se despierte.
Ese concierto de llanto
de esas madres africanas,
y ese doblar de campanas
que las está acompañando,
por Dios silencio, hasta cuándo
va durar esta agonía,
que tengo el alma dormida,
silencio, que está llorando.
Y tú, corazón rebelde,
no golpees con tanta fuerza
que tu impotencia refuerza
la congoja de mi alma,
silencio, por Dios, ten calma,
modera tus sentimientos,
que tus latidos has vuelto
a despertar a mi alma.
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